Quienes tuvimos la fortuna de transitar su tiempo, valoramos su existencia y reivindicamos su amistad y su trabajo profesional.
Con Alfredo Parga tuvimos la gran oportunidad de aprender de un grande -en mi visión el más grande- de los periodistas vinculados a la pasión del automovilismo.
Pero Alfredo no era solo un hombre del deporte motor. Sus crónicas sobre la Guerra Civil Española fueron en su momento el eje equilibrado de una opinión que traspasó las fronteras.
En algún diálogo de los tantos, me confió que en su calidad de confidente de Fangio, había aprendido de él a mirar objetivamente lo que hace un piloto conduciendo un auto de carreras.
Fue un maestro sin buscarlo. Su honestidad profesional, su humildad y su calidad humana creaban siempre una atmósfera de aprendizaje en la que tuvimos la suerte de abrevar.
Se fue hace 20 años cuando «.. solo le pedía a Dios dos años más de existencia para terminar un par de trabajos..» (sic).
En el mundo que habites.. el mejor de los recuerdos..
M.G.
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