Es de desear que Miami genere verguenzas a todo nivel para una renovación conceptual y práctica de la F1.
A la expresión deportiva que pudo observarse en el trazado, disfrazada como «una carrera espectacular», se opone la desconfianza de un final forzado para que triunfe alguien más.
Pero no todo el perjuicio se agota en esa instancia. Los comisarios Fia han quedado en evidencia luego de decisiones cuestionables bajo todo punto de vista.
A no dudar la reiteración de un tránsito punible por parte de Kevin Magnussen, reiterando favorecer a su compañero Hulkenberg en la obtención de puntos valiosos, fue el obsequio sospechado que dejaron las autoridades en otra jornada de decisiones cuestionables.
Los excesos de Perez y Hamilton que por fortuna no tuvieron consecuencias pero han dejado una evidencia aprensiva por el resultado que pudieron tener, sobre todo el mexicano en los primeros metros de carrera.
No hace mucho Fernando Alonso acusó a los comisarios de incompetentes y ellos parecen hacer honor a la descalificación sumando el ingreso del auto de seguridad -frenando a todos los pilotos- pero favoreciendo a Norris para una detención generadora de recelos por un error decidido y que no está al margen -parece- de la guerra entre Liberty y la Fia donde la zanahoria que tienta al burro es nada menos que la integridad de la categoría.
