30 años.. Imola.. el Tamburello.. un estruendo sordo que divide en fragmentos una estructura.
En su interior, un hombre.. un piloto.. un espíritu indomable que inicia el tránsito a la leyenda…
Nadie sabrá nunca -ni siquiera importa- si su vida se apagó en el cemento de esa curva. Fue una muerte distinta.. sin banalidad y correspondiente con la aspiración de Ayrton Senna: «.. en una F1 tan peligrosa… solo espero una muerte veloz..»
Ojalá así haya sido…
M.G.
Rallynoticias.com